Halitosis, un problema que va más allá de lo dental

¿Quién no se ha preocupado en algún momento por el posible mal olor que desprende la boca? Cepillados continuos, uso de enjuagues, chicles tras las comidas… parece que nada vale a la hora de huir de la halitosis.  

La halitosis o mal aliento hace referencia al conjunto de olores desagradables que salen de la cavidad oral.  

La halitosis va mucho más allá de lo patológico a nivel bucal, ya que afecta en las relaciones personales con los demás, así como en el desarrollo diario de cada uno. Se trata de un tabú que muchas personas tratan de ocultar pero la mejor manera de afrontarla es conociendo el tipo de halitosis que se padece, y en función de esta, actuar frente a ella y prevenir su reaparición.  

Contenidos

  • 1. Diferencia entre halitosis verdadera e imaginaria
  • 2. Causas comunes de la halitosis
  • 3. Consejos prácticos para prevenir la halitosis

Diferencia entre halitosis verdadera e imaginaria

El primer paso para afrontar la halitosis es ser consciente de que uno la padece. Hay muchas personas que padecen halitosis y no son conscientes de ello (resulta muy difícil valorar objetivamente el aliento de uno mismo), y hay otras que piensan que la tienen cuando no es así. Veamos pues en qué consiste la halitosis verdadera y la imaginaria:

  • Halitosis genuina

Es la halitosis verdadera, aquella que se puede medir y contabilizar a través de distintos test de aliento. Estos test determinan medidas fisico-químicas para diagnosticar la halitosis, pero igualmente, la halitosis genuina es perceptible como un olor de boca más fuerte de lo habitual y el olfato ya es suficiente para determinarlo.  

Clasificadas como halitosis genuina, nos encontramos con diferentes tipos según su origen:

Halitosis, un problema que va más allá de lo dental
  1. De origen fisiológico: es un tipo de halitosis genuina que todos padecemos a diario. Al despertarnos, después de haber pasado varias horas, se produce un aliento desagradable frente al que poco podemos hacer hasta que no se realice el cepillado dental. Igualmente puede ocurrir después de haber comido alimentos con olores fuertes o por fumar.  
  2. De origen oral: el mal olor aparece por falta de cepillado dental, por un déficit de limpieza en el dorso de la lengua, por restos de alimentos en boca, por gingivitis u otra enfermedad periodontal… la causa es intraoral.
  3. De origen extraoral: alteraciones a otros niveles pueden hacer que se produzca un mal olor bucal como pueden ser patologías digestivas, respiratorias o sistémicas como la diabetes o insuficiencias renales.  

  • Pseudohalitosis o halitosis “imaginaria”

No hay mal olor bucal, pero al paciente le preocupa que su boca pueda emitir un mal aliento. Entre otros factores, puede estar vinculado a un problema de confianza y miedo a la reacción de los demás.  El doctor indicará medidas para prevenir la halitosis, pero en ningún caso para actuar frente a ella ya que no existe. A través de las pruebas de aliento, el paciente podrá ver como al expirar por la boca no se detecta la halitosis.  

Halitosis, un problema que va más allá de lo dental
  • Halitofobia

Se denomina así porque aparece cuando el paciente tiene miedo a que pueda padecer de nuevo halitosis tras haber superado uno de los otros tipos de halitosis. Incluso, puede aparecer después de haber pasado por una pseudohalitosis, aparece de nuevo el temor de que los demás noten un mal aliento, aunque este nunca aparezca.  

Causas comunes de la halitosis  

Conociendo los distintos tipos de halitosis, podemos desarrollar las causas más comunes de su aparición.

Halitosis, un problema que va más allá de lo dental
  • A nivel local, es decir en la cavidad oral, la causa puede ser una mala higiene oral, enfermedad periodontal, infecciones bucales, restauraciones deterioradas, prótesis, composición de la saliva, micosis…
  • A nivel sistémico, nos encontramos con varias fuentes. Por un lado, la más frecuente, es a partir del aparato respiratorio, que provoca que se exhale un mal olor por sinusitis, amigdalitis, abscesos retrofaríngeos o neumonías, entre otros.  

  • A otro nivel, el digestivo, problemas gastrointestinales como el reflujo, la hernia de hiato,el Helicobacter Pylori, el divertículo de Zenker… pueden causar halitosis. También se relaciona la alimentación y los hábitos, por ejemplo, el tabaco, el consumo de ajo, los ayunos prolongados o la deshidratación se relacionan en ocasiones con el mal olor bucal.
  • Por último, mencionar el nivel psicológico, que aparece en casos de pseudohalitosis o halitofobia.  

Consejos prácticos para prevenir la halitosis

  1. Aunque parece evidente, para muchos es necesario que se afirme que el cepillado dental reduce el mal olor. Cepillarse a diario después de las comidas, con especial importancia en todas las zonas, es imprescindible para que no aparezca un mal olor de boca continuo.  
  2. Utilizar seda dental, de esta forma se podrán eliminar todos los restos de alimentos que quedan entre los dientes y que no se desprenden con el cepillado normal. Si quedan depositados durante un tiempo, comenzarán a producir un olor más que desagradable.  
  3. Cepillar el dorso de la lengua, muchas personas no le dan importancia al cepillado de la lengua y sobre ella también se acumulan restos.  En la farmacia hay incluso cepillos específicos para cepillar la lengua si con el cepillo de dientes te entran arcadas.
  4. Uso de enjuagues, quizá para muchos sería el primer consejo a la hora de prevenir la halitosis, pero los estudios hacen que su indicación no sea primordial. Si bien es cierto que mejora al aliento, su efecto es limitado y en poco tiempo pasa desapercibido.  

Sea cual sea la causa, estos consejos pueden hacer que se reduzca o desaparezca. Pero si la halitosis ya se ha establecido, lo recomendable es acudir a una clínica dental para que el especialista diagnostique el origen concreto de la patología y determine la mejor forma de afrontarla, teniendo en cuenta el estilo de vida del paciente, sus factores orales así como los extraorales, y se pueda valorar si el origen está en patologías digestivas, respiratorias o sistémicas.