En la consulta del dentista, en los medios, en los mensajes publicitarios, incluso en la escuela primaria… de sobras es sabido que el flúor es nuestro gran aliado contra la caries.
Son muchos los padres, escuelas y entidades que recomiendan la introducción del flúor a edades tempranas, y aunque es cierto que el flúor puede ayudar a prevenir la aparición de caries, es necesario resaltar que si se toma en grandes cantidades, especialmente durante la primera infancia, puede dañar el desarrollo de los dientes (fluorosis dental).
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El flúor es uno de los elementos que componen la tabla periódica, concretamente un halógeno con una alta actividad reactiva.
Mientras que el flúor es el elemento que aporta el nombre, como realmente lo encontramos a diario en nuestro día a día es como fluoruro, representación del flúor cuando aparece como F-, la sal del ácido fluorhídrico.
Por norma general, se recomienda al público el uso de pastas de dientes fluoradas y colutorios para remineralizar el esmalte y evitar la aparición de esta enfermedad.
A diario nos exponemos continuamente a fluoruros sin saberlo. Según las costumbres seguidas y, sobre todo, la zona geográfica en la que se viva, esta exposición puede ser muy variable.
En el medio ambiente se encuentran fluoruros, en un estado inocuo para los humanos. Aparece en niveles más altos en depósitos minerales y zonas concretas, en las que puede llegar a ser un problema.
A través de nuestra dieta también consumimos fluoruros, especialmente a través del agua que ingerimos. La fluoración del agua potable consiste en la acción controlada de añadir un compuesto fluorado en el agua de abastecimiento público, con el fin de elevar sus niveles de flúor hasta una concentración óptima para prevenir la caries dental. Se considera la concentración óptima de flúor aquella que reduce los niveles de caries, sin que ello provoque una saturación en los tejidos expuestos (fluorosis dental).
Existen otros países en los que no se consume agua fluorada y, en su lugar, se promueve el consumo de sal o leche fluoradas con el objetivo de conseguir los mismos efectos sobre la población.
Otra vía de consumo de fluorosis muy común entre los adultos es a través de la ingesta de alimentos, especialmente aquellos sometidos a procedimientos de fabricación y elaboración, donde los niveles de flúor también se ven aumentados.
Si bien, en los adultos la principal vía de exposición a fluoruros se da a través del agua fluorada y los alimentos, en los niños cobra mucha más importancia la cantidad de fluoruros consumidos con la pasta de dientes. Otra gran diferencia se encuentra entre los lactantes de leche materna y los que toman productos artificiales. Estos últimos ingieren entre 50 y 100 más cantidad de flúor que los primeros.
Las cantidades de flúor de la pasta dental varían si la pasta es para adultos o para niños. Para un adulto, se indica que la pasta fluorada contenga aproximadamente entre 1000-1500 ppm o partículas por millón.
En los niños, existen más variaciones y es realmente cuando hay que estar atento al consumo de flúor. Se indica que, hasta los 2 años, la pasta no sobrepase los 1000 ppm y se use apenas un grano de arroz como medida. Después, hasta los 6, pastas de 1000 a 1450 ppm con una medida tipo guisante. Pasados los 6 años, la pasta puede ser de 1450 ppm y un tamaño de aproximadamente 1 cm sobre el cepillo.
Cuando las cantidades de flúor ingeridas sobrepasan los límites, aparece la Fluorosis dental, patología definida por Black y May a principios de siglo XX, que afecta al desarrollo dental por involucrarse a los odontoblastos, células encargadas de producir el esmalte dental.
El consumo excesivo de flúor puede provocar fluorosis dental solo durante la maduración del esmalte. Así, este proceso ocurre hasta aproximadamente los 6 u 8 años. Después de ello, no será tan importante estar al tanto del consumo de flúor.
En la fluorosis dental se pueden diferenciar cuatro etapas diferentes, de menos a más gravedad.
El tratamiento clínico para la fluorosis dental varía en función de la gravedad que haya adquirido la patología.
Si se ha mantenido únicamente como manchas o halos blanquecinos, más allá de un tema estético, no habrá que preocuparse por su estado.
En casos más graves, cuando ya se ve comprometida la resistencia dental y su estructura es mucho más débil, hay que recurrir a otro tipo de tratamientos. Además, el aspecto estético cobrará más importancia en el paciente porque las manchas serán mucho más oscuras. Es entonces cuando hay que optar por tratamiento protésicos para solucionar la fluorosis dental adecuadamente.
Está demostrado que los fluoruros consiguen una menor tasa de caries en los pacientes que están expuestos a ellos en agua fluoradas o pastas dentífricas.
Pero también es importante ser conscientes de que existen zonas en las que el agua y los minerales del medio ambiente tienen una tasa demasiado elevada de flúor, pudiendo acarrear consecuencias adversas en la salud bucodental de la población expuesta.
Desde Equilibria recomendamos especialmente vigilar las vías de exposición a fluoruros en los niños (pasta de dientes, agua y alimentos), con el fin de minimizar el riesgo de aparición de fluorosis dental, una patología que puede afectar especialmente a niños. Si queréis saber más sobre el cuidado dental infantil, no os perdáis nuestro post ¿Papá, mamá, jugamos a cepillarnos los dientes?